sábado, 24 de abril de 2010

Anoche soñé...



Esto puede sonar ridículo, cursi y muy tonto, pero lo soñé y necesitaba compartirlo, porque fue precioso y a la vez muy real (menos por el hecho de que es prácticamente imposible). Pero, ¿no os pasa a veces que los sueños parecen reales? Hay días que preferiría quedarme soñando por este tipo de sueños. No os riáis mucho de mí :P jajaja



Anoche soñé que me casaba. Entraba lentamente por una gran alfombra roja que recorría un hermoso jardín, alrededor de una piscina. Era el mismo sitio donde se casó mi prima Jessica. Llegaba donde estaban los invitados, mi padre estaba a mi lado todo el tiempo y si hubiera apretado más mi brazo de la emoción me habría hecho daño. Él estaba allí, delante del juez, cogido del brazo de su madre. Pasé por donde estaban sentados nuestros invitados, mi familia y la suya, mis amigos y los suyos, que me miraban como si fuera una princesa. Mi vestido era realmente precioso y tenía una larga cinta granate en la cintura, que caía con el resto del vestido hasta los pies. La música acompañaba mis pasos. Lo miré de nuevo, no podía creerlo. Nunca me había gustado la idea de una boda, lo único que siempre me había llamado la atención eran los preciosos vestidos de novia que veía expuestos en las tiendas, y en ese momento, si hubiera ido en pijama, no me habría importado. La emoción era tan fuerte que ni siquiera me habría dado cuenta. Llegaba a su lado y él me decía al oído lo preciosa que estaba. La ceremonia era rápida, tan rápida que sólo recuerdo el “sí, quiero” y el beso. Al instante, abrazaba a mi padre, llorando de alegría y mis hermanos miraban orgullosos y felices hasta unirse a nosotros. Cuando me soltaban veía a mi abuela, con lágrimas en los ojos, sin saber si era por la emoción o porque ella no estaba allí. Más abrazos y besos de toda mi familia. Él, ya convertido en mi marido, me daba la mano y me llevaba ante su familia, a la que yo aún no conocía. Sus padres, sus hermanos, sus amigos, eran una gente genial. Todos estaban contentos y se alegraban por él. Tomamos asiento en la mesa presidencial, desde donde veíamos a todos. Me alegraba mucho de poder volver a ver a mis abuelas juntas, en la misma mesa, a mis hermanos con sus parejas, a todos mis tíos sentados uno al lado de otro. Me pareció muy gracioso que mis hermanos siguieran sentados en la mesa de los niños, junto a mis primos y a los más pequeños de la otra familia. Juntos reían y jugaban. Habían venido mis familiares de Alemania y los de Francia. Todos estaban allí, incluso mi madrina de Logroño. Todos menos ella. Al mirar a todos y no verla me derrumbé, pero mi padre estaba ahí, a mi lado, con sus pequeñas arrugas en los ojos cuando sonreía. Me decía que me quería cada cinco minutos. Mis amigos miraban incrédulos, pero sabían que yo era feliz. Hacia la mitad de la cena, mi hermano se levantó y se acercó a donde yo estaba sentada. Todos se quedaron en silencio y dijo: “Supongo que cómo soy el mediano, soy el siguiente. Sandra, ¿quieres casarte conmigo?” Sandra se acercó a él, lo besó y le dijo: “Claro que quiero”. Los abracé y los felicité. Entonces me dispuse a tirar el ramo. Todas las chicas se levantaron y se pusieron en fila, pero no veía a mi hermana. Seguía en la mesa sin darse cuenta de qué pasaba. Me di la vuelta y lancé el ramo. Al volverme me di cuenta de que había caído justo en la falda de mi hermana y miraba a su novio sin acabar de creerse la situación. Él la miró y le dijo: “¿Por qué no?” Y por primera vez los vimos besándose. Mi recién conocida suegra miraba sin entender nada y su hijo le explicaba las cosas, intentando traducir lo poco que entendía. Su padre se había quedado plácidamente dormido en una silla, bajo uno de los árboles del jardín y sus nietos jugueteaban alrededor. Entonces sonó la música de nuevo y comenzaron todos a bailar. Entró la tarta y nos dimos nuestros regalos. No recuerdo qué eran, supongo que no sería importante. Él me miró y me dijo: “I will never, ever, ever, ever, ever, ever, ever, ever… stop loving you” y yo lloré emocionada. Hubo quien no lo entendió, pero les gustó igualmente. Cuando la cena terminó, los invitados fueron acercándose para darnos la enhorabuena y desearnos lo mejor. Justo después, la música paró y llevé a mi padre a un pequeño escenario improvisado donde había una mesa de mezclas y mi hermano esperándole. Todos sus discos estaban allí. Él puso la banda sonora a una preciosa celebración. Todos bailábamos y sonreíamos, y por fin me quedaba sola con mi marido. Nuestro primer baile. Allí estaba. La complicidad que sólo se da en ese momento en el que te das cuenta de que alguien te quiere tanto o más que tú a él. Sientes que nada puede hacerte daño, que nada puede pasar, que todo es perfecto. Miras alrededor y todos están bien, felices, orgullosos de sus vidas y de la tuya, contentos por lo que comparten contigo. Un beso sella una velada fantástica. Y entonces… suena el despertador, abro los ojos, y allí está él, en la pantalla de mi ordenador, y no una, sino nueve veces, en la portada del disco de la banda sonora de High Fidelity. ¿Alguien sigue sin entender por qué de repente duermo tanto?

4 comentarios:

  1. Sandra Rigby24/4/10, 20:24

    eso es obsesión y lo demás son tonterías!! Jajajajaja qué bonito oye.

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  2. Si, si obsesion pero tu decias que si xD

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  3. AlessJackson4/5/10, 22:11

    Este sueño es muy divertido! jajajaja
    Yo seré la última en comprometerme!(L)

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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