Hace unos días hablé de lo curioso que era el miedo, hoy quiero hablar de lo curiosa que es la ilusión.
La ilusión es algo tan fugaz y caprichoso como imprevisible. Puedes intentar no ilusionarte con algo o alguien, que sepas que no te conviene hacerlo, pero la ilusión encontrará el momento en el que bajes la guardia para entrar y hacerse un hueco en ti. Cada vez irá creciendo, poco a poco, alimentándose de pequeñas ideas, simples conceptos que harán que crezca aún más, pensamientos que irán apareciendo con el tiempo, acompañando a esa cada vez más grande ilusión. En el fondo puedes saber que es algo inútil, que no debes ilusionarte con ciertas cosas que no están bajo tu control, que en cualquier momento esa ilusión puede romperse por completo y dejarte con una sensación horrible, aquella sensación de la que también hablé una vez, cuando se rompe algo aparentemente irrompible. Lo cierto es que es incontrolable la ilusión, que no podemos evitar sentirla. Pero tampoco podemos evitar la desilusión... llega por sorpresa y transforma cada pensamiento, cada idea y cada concepto que alimentaba a la ilusión en inútiles y diminutos granitos de arena que el viento se lleva sin más, dejándonos desilusionados, y una persona desilusionada es triste, muy triste.
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