Curioso sentimiento el miedo. Consigue más sensaciones al mismo tiempo que el propio dolor, más que el amor, más que la pena, más que cualquier otro sentimiento. El miedo hace que se te encojan todos los músculos del cuerpo, que tus ojos cambien, dilatando sus pupilas y abriéndolos más de lo normal, hace que tus manos estén siempre atentas a cualquier movimiento, pero a la vez hace que no puedas moverlas con ligereza y agilidad, hace que el vello de todo tu cuerpo se erice e incluso, en ocasiones, te hace temblar. El miedo nos hace actuar de manera ilógica, rápida, precipitada e inconveniente. Cuando tenemos miedo solemos acudir a personas que, probablemente, no tengan una solución al problema que nos da miedo, pero que sabiendo que alguien sabe que tenemos miedo, parece que nos sentimos mejor, o puede ser al contrario, que guardemos nuestros miedos en lo más profundo de nuestras mentes para no sacarlo nunca al exterior, pensando que así nunca más lo tendremos, pero ocultar el escalofrío es imposible. Está claro que cada uno tiene su manera de enfrentar sus miedos, ocultarlos, guardarlos bajo llave, asumirlos, gritarlos a los cuatro vientos o de ignorarlos, pero todos tenemos miedo. Miedo a las alturas, a los insectos, a morir, a fallar, a hacernos daño, a amar y volver a ser engañados o traicionados, a tropezar dos veces (o más) con la misma piedra, a desilusionarnos, a quedarnos solos, al propio miedo...
Miedo, tengo miedo, que la vida así se me acaba...
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