Madre

Hola. Hoy he dormido fatal, he pasado una mala noche. ¿Sabéis qué día es hoy, verdad? Es el día de la madre. Me gustaría poder escribir un texto sobre mi madre, uno bonito como el que escribí sobre mi padre, en el que mostrara mi orgullo por tenerla ahí, en el que le agradeciera su cariño y su amor. Me gustaría poder decir que la quiero más que a nada, que me gusta oír su voz cuando me llama y me dice que me quiere, que está orgullosa de mí, como el resto de la familia y, sobretodo, que me echa de menos. Pero no puedo, mentiría. Siento como si mi madre hubiera desaparecido con el siglo pasado. ¿Recordáis cuando la gente tenía miedo al 2000? Pues de haber sabido cómo cambiaron las cosas, yo también habría tenido miedo, pero en aquel momento no lo tuve. Teníamos una preciosa casa, mis padres estaban juntos, no felices, pero juntos, jugaba con mis hermanos y mi madre nos cuidaba. Pero siento como si ella hubiera desaparecido en el momento en el que dejamos de necesitar que nos cuidara, como si por el hecho de no tener que vestirnos, lavarnos la cara o prepararnos la comida, ya no tuviera que estar. Sé que lo pasó mal cuando mi padre se fue, pero nosotros también y alguna vez se habría agradecido un abrazo o unas palabras de ánimo que nunca llegaron y tampoco dejó que le llegaran a ella. Yo, por suerte, aprendí a dejarlo a un lado y valorar el amor por encima de él, pero parece que a ella el amor le hizo tanto daño que ya no lo quiere, que sólo le queda el orgullo. Siento que tuviera que pasar por aquello, que sin duda fue un duro golpe, pero nosotros también lo pasamos. En ese momento se acabaron los juegos y todo comenzó a ser serio. Se acabó la vida de cuento, cuento barato, pero cuento igualmente. Nuestro hogar se desvaneció y nadie supo recuperarlo, nadie supo coger a los demás para que no cayeran, todos caímos. Allí desapareció por completo, esa persona que me hacía coletas de pequeña, que me enviaba al colegio con la ropa blanca más blanca de todas, sin una sola mancha, la mujer que hacía para todos las mejores paellas y ganaba concursos junto a la familia, la mujer que tenía tanto carácter que nadie le llevaba la contraria, que sabía qué hacer en todo momento y lo tenía todo bajo control. Ahora se le van las cosas de las manos hasta límites que hace años habría parecido imposible pensar. Cuando quiere recordar las cosas buenas, mi hermano la llama “la mamá de los 90”. Él también sabe que se perdió. Mi hermana intenta seguir en el mismo bonito cuento en el que vivíamos. Es normal, pero en el fondo supongo que también le faltará algo, que echará de menos a la antigua Rosa. Siento decir todo esto por mi hermana, porque sé que para ella es mucho más difícil que para nosotros pensar algo que no sea bueno de nuestra madre. Espero cada día que mi madre se levante de la cama y diga: “¿Qué estoy haciendo? Pierdo a mis hijos, debo hacer algo”. Pero cada día dudo más que eso sea posible. Sé que yo no he sido la mejor hija, pues todos tenemos nuestros errores y sé que muchas veces lo he hecho mal. Pero sé pedir perdón, se decir que quiero a quien quiero y no me da vergüenza rectificar. Siento muchísimo que ella no lo sepa hacer, que su orgullo no la deje rectificar, volver atrás, coger carrerilla y comenzar de nuevo, más fuerte que nunca. Y lo que más siento es que ese mismo orgullo no la dejara levantarse de la cama la noche que me fui, que no la dejara decirle a su hija que tuviera suerte en su nueva vida, que fuera feliz, que la echaría de menos y que la quería, que estaba orgullosa de su valentía. Simplemente me dejó salir de casa, pasando por su lado con mi vida en una maleta, sin decir adiós. Así que hoy, día de la madre, echaré de menos a la mía y os pediré que digáis a las vuestras lo mucho que las queréis, lo mucho que hacen por vosotros y que nunca las dejéis solas. Que las queráis y que os quieran con ese amor que sólo se tiene entre una madre y un hijo. No dejéis pasar un día sin decirles que las queréis y vosotras, las madres, tampoco dejéis de abrazar a vuestros hijos porque sean mayores o vean una tontería decir un te quiero cada día. Y muchas felicidades a las madres que consigáis la felicidad junto a vuestra familia, porque no hay nada más importante en el mundo.