Amanece en París

El Sol había salido ya hacía unas horas, pero Janice no había sentido todavía su luz ni su calor. Como cada noche, se había quedado dormida frente al ordenador. Al abrir los ojos, la brillante y repentina luz que percibieron, los hizo volver a cerrarse. En su segundo intento por abrirlos, vio la luz anaranjada parpadeando en la parte inferior de la pantalla de su portátil. Alguien le había escrito. Tardó unos segundos en ver que era Alma. "Buenos días".

Antes de contestar, se levantó, abrió por completo la ventana de su pequeña habitación y dejó entrar el frío viento, que a los pocos segundos ya había enfriado la casa entera, lo cual tampoco era muy difícil, pues sólo medía doce metros cuadrados. Preparó una taza de té y mientras la dejaba enfriar un poco, se lavó la cara. Se sentó de nuevo frente al ordenador y bebió la taza de té, dando pequeños sorbos que iban calentando bruscamente su garganta, mientras comenzaba a sonar Chambao. Le gustaba escucharlo al despertar, pues le traía agradables recuerdos. Carlos y ella lo escuchaban tras dormir juntos, cuando se hacía de día. Pero hacía mucho tiempo de eso, ahora sólo lo escuchaba para recordarlo. Pasó la mano por el baúl donde guardaba las cosas que le recordaban a Carlos, cerrando los ojos. Cada día lo hacía y, en unos segundos, recordaba miles de momentos a su lado. Después, justo antes de escribir, giró la vista hacia un recorte de periódico que tenía colgado en la pared, en el que ponía: “Un joven muere a manos de un atracador, junto a su coche, en pleno centro de Valencia”. También lo miraba cada día, con una gran sensación de culpabilidad.

"Hola Alma, ¿cómo estás? Hacía unos días que no sabía de ti, cuéntame."

"Cielo, he conseguido los billetes, ¡vamos a verte!"

Lucas y Alma llevaban meses planeando el viaje a París para visitar a Janice. Alma le explicó que primero iría ella, que se quedaría dos semanas. Llegaría el 2 de noviembre y Lucas el 15. Aún faltaba mucho, pero Alma ya lo tenía todo organizado.

"¿Cómo llevas el libro, Janice?"

Llevaba unos meses escribiendo, desde que vivía en París, pero no conseguía escribir más de dos páginas con sentido. Alma le había dado una idea:

"¿Por qué no escribes sobre tu familia o sobre tus amigos? Sería más fácil para ti porque sólo tienes que escribir sobre algo que ya sabes, no tienes que inventar nada."

Janice pensó que era buena idea y comenzó a escribir sobre su padre. A él le siguieron sus hermanos y sus mejores amigos. Hacía mucho que no hablaba con su madre, nunca se habían llevado bien. Le costó, pero también había empezado a escribir sobre ella.

Era una muy buena noticia, volvería a ver a sus amigos. Los echaba muchísimo de menos. Además, vendrían para su cumpleaños. Eso le hacía mucha ilusión, era una de esas personas que se entristecían cuando alguien se olvidaba de felicitarle por su cumpleaños. También le gustaría que su familia estuviera allí ese día, pero era un poco más complicado convencerles.

"Cariño, podrías invitarles. Puede que Lucas y yo estemos ahí, podríamos hacer una fiesta e invitarles. ¿Por qué no haces algo divertido para unirlos ese día?"

A Janice le gustaban ese tipo de juegos. Le gustaba mantener las cosas en secreto hasta el último momento para dar sorpresas a los demás. Aquello le pareció genial. Entonces Alma dijo:

"Janice, creo que tengo una idea genial para tu cumpleaños, pero debemos hacerlo juntas."

Helado de limón

(Mi hermano me pidió una especie de "trailer", yo os doy la Introducción, es muy simple, pero poco a poco estoy escribiendo más. Llevo 20 páginas totalmente terminadas y otras 20 por lo menos desordenadas y sin sentido. Le iré dando forma. Muchos besos)